Usando la metodología Freinet, una escuela ha logrado consolidarse en La Pintana como un espacio educativo que involucra a vecinos y apoderados.
A lo largo de sus 27 años de existencia, y atendiendo en la actualidad a unos 360 niños y niñas con altos índices de vulnerabilidad, desde pre- kinder a 8º año básico, la escuela Celestin Freinet ha vivido buenos y malos momentos. Por estar situada en un sector complejo desde el punto de vista social, hubo temporadas en que sus instalaciones eran periódicamente objeto de actos de delincuencia y vandalismo. Una vez incluso desaparecieron todos los equipos y parlantes de la radio interna que habían instalado con mucho esfuerzo y con la cual los niños escuchaban cuentos y música. Los robos eran permanentes: utensilios de cocina, materiales didácticos, equipos de música, nada estaba a salvo, y no eran raros los asaltos en las mismas puertas del establecimiento.
Sin embargo lejos de amedrentarse por las dificultades, los docentes y la directiva de la escuela decidieron perseverar en su proyecto educativo, consiguiendo involucrar activamente a los apoderados y la comunidad local, al punto que algunos padres incluso colaboran con los profesores pasando lista, tomando lecturas, haciendo aseo en las salas y controlando la pediculosis de los pequeños. Hoy los vecinos y apoderados tienen confianza en la escuela y sienten que es importante que esté allí, y eso se nota.
Trabajo diario
Durante los recreos y antes de cada clase los niños escuchan música clásica, de acuerdo a una planificación que va variando por compositor. En el recreo tienen a su disposición diferentes espacios parcelados por edades. El director Luis Rivas, que lleva cinco años en el cargo, y 20 como profesor en el establecimiento, enfatiza que los cursos ocupan alternadamente estos espacios para optimizarlos; cada semana hacen un deporte diferente en los recreos, que puede ser fútbol, vóleibol, básquetbol, etc.
Tal como sucede con las distintas actividades deportivas, los niños se alternan en el uso de los computadores, lo que trae el beneficio adicional de ayudar a descongestionar el patio. Tienen media hora para ocupar la sala de computación durante la colación, cumpliendo actividades curriculares, y al término de la actividad formal se les permite el uso libre.
Los computadores pasan ocupados todo el tiempo, según cuenta Luis Rivas: “los profesores entregan guías de trabajo y conversan con la persona encargada del laboratorio para dirigir el trabajo del niño como complemento de los contenidos de clases, y también se ocupa la sala de computación en las clases específicas”.
Todos los días se hacen 15 minutos de lectura silenciosa, y cada curso tiene una biblioteca de aula, cuyos libros se prestan a domicilio, no sólo a los alumnos sino también a sus padres, para contagiar el placer por la lectura.
La metodología Freinet
La escuela debe su nombre al educador frances Celestin Freinet , en cuyos postulados basa su modelo. Freinet inició un movimiento de renovación pedagógica en el siglo pasado, que proponía poner el enfoque directamente en las posibilidades y necesidades del niño, introduciendo un método natural dirigido a aprender en la escuela como en la vida.
Lo anterior se traduce en las denominadas "técnicas Freinet":
• Texto libre: el niño se expresa libremente a través de la palabra escrita, usando sus propias ideas, vivencias e inquietudes. Los textos se leen y comentan en clases.
• Imprenta escolar: utilización de una pequeña imprenta en la que el alumno(a) maneja con facilidad los tipos, rodillos, visores y el papel. Esto opera como un apoyo al proceso de adquisición y afianzamiento de la lecto escritura, estimulando a la vez la motricidad fina, coordinación, percepción visual y trabajo colaborativo.
• Publicación: utilizando la imprenta se reproducen las creaciones infantiles.
• Conferencias escolares: a cargo del alumnado sobre aspectos planteados por ellos.
• Biblioteca que considera las necesidades e intereses de los niños y niñas, quienes se hacen responsables de su cuidado.
• Asamblea de clase: dirigida a la resolución no violenta de conflictos al interior del aula. Esta actividad es dirigida por los mismos niños es el espacio y tiempo destinados a plantear problemas y buscar soluciones.
• Huerto escolar: para acercar a los niños y niñas a la naturaleza.
Integración y apoyo
La escuela cuenta también con un proyecto de integración escolar desde 2004, que atiende a 74 niños con necesidades educativas permanentes y transitorias. Para estos efectos disponen de un equipo multidisciplinario compuesto por tres profesoras especialistas, dos psicólogas y una fonoaudióloga. La coordinadora del proyecto es la profesora Marcela Riquelme, fiel defensora del método Freinet y con siete años de trabajo en la escuela: “esta pedagogía esta probada en contextos de pobreza (dice), los niños han respondido súper bien porque se parte de sus intereses y su medio, a partir de eso se construyen los nuevos aprendizajes”.
Asimismo, un centro infanto juvenil funciona todo el año en el recinto educacional, para atender a los niños cuando termina el horario escolar. Aquí aprenden a defender sus derechos, y reciben atención, cuidado y protección de los riesgos del medio circundante (drogadicción, delincuencia, alcoholismo, etc.) a través de la atención de un equipo multidisciplinario compuesto por educadores de trato directo y psicólogos, entre otros.
Testimonio de vida
Terminamos con este breve testimonio de una ex alumna de la escuela Celestin Freinet. Carolina cursó de cuarto a 8º año básico en la escuela. Criada sólo por su padre, ya que su madre la abandonó a temprana edad por adicción a las drogas. La niña convivía en su hogar con su abuelo paterno, su padre y un tío drogadicto y alcohólico. Su padre es analfabeto y trabaja como obrero de la construcción, dedicó su vida al cuidado y educación de la niña.
Carolina evidenció desde su llegada a la escuela profundas carencias afectivas, además de los problemas de aprendizaje, sociales y económicos que le aquejaban. La escuela se transdformó en su hogar, ya que allí se sentía querida y protegida. Su profesor jefe recuerda que aprendió a leer cuando cursaba 6º año gracias al trabajo intensivo en la imprenta escolar, donde se desempeñaba apoyando a los niños más pequeños, ayudándoles en la identificación y manejo de las letras (tipos).
Siempre confió en que la niña aprendería a leer y a escribir, y todas las actividades en que Carolina participó estaban orientadas a este objetivo. Con gran esfuerzo, la niña terminó la educación básica, logrando ingresar a la enseñanza media y egresar en la especialidad de administración de empresas. Actualmente realiza su práctica profesional en una institución bancaria.
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